jueves, 3 de junio de 2021

Invención del teléfono │ Una guerra por la patente

 



La invención del teléfono siempre ha sido uno de los temas más interesantes y trepidantes a la hora de abordar desde un punto de vista histórico. ¿Quién lo inventó? Seguro que te suena un tal Alexander Graham Bell pero, ¿Y si te dijera que no fue él el verdadero inventor del teléfono?

Hoy pondremos todas las cartas sobre la mesa para tratar de atribuir el reconocimiento a su verdadero inventor. Con datos, fechas y toda clase de relatos relacionados con su evolución desde que fuera empleado por primera vez.

Y te daré una pista antes de comenzar, el teléfono no fue nombrado en un inicio como tal, sino como “teletrófono”. Ahora pasaremos a recorrer las claves que harán que descubras a su verdadero inventor y los motivos que lo condujeron a ello.


Alexander Graham Bell, inventor del teléfono durante 143 años

Y digo “durante” porque a fecha de hoy ya no es él quien ostenta ese reconocimiento a efectos legales. Alexander Graham Bell nació en Edimburgo el 3 de marzo de 1847 y, hasta 2002, fue quién oficialmente poseía la atribución de su invento. Pero los hechos y pruebas han permitido que sea otro quien finalmente reciba su merecido reconocimiento.

La patente que establecía el origen, invención, concepto y propietario de lo que hoy conocemos como teléfono, realmente fue suya en cierta medida.

Pero no de la forma que creemos, sino que hubo una serie de determinadas circunstancias que nuestro amigo escocés supo aprovechar y defender después. Pues no tardarían en llegar infinidad de demandas posteriores tratando de disputar su invención patentada.

Bell no fue para nada un personaje inculto ni limitado en cuanto a recursos, ya que no solo supo aprovechar su momento, de hecho, a él se le atribuyen otros reconocimientos como su participación en la fundación de National Geographic Society o numerosos avances en la creación de sistemas de sonido y señas ideados para personas que padecían sordera.

Todo se debe, a parte de su ingenio, a que su madre padeció una sordera progresiva que impulsaría en su familia la necesidad de establecer sistemas de comunicación alternativos para entenderse en cualquier ámbito y situación.


Entonces, ¿Quién fue el verdadero inventor del teléfono?

Antonio Meucci, italiano de nacimiento y que en 1854 fue capaz de desarrollar un sistema de comunicación rudimentario que le permitió mantener contacto vía “telefónica” con su esposa enferma.

Lo bonito, a la vez de curioso de esta historia, es que Meucci desarrolló este sistema para simplemente estar al tanto del estado de su mujer, la cual se ubicaba a escasos metros de su oficina, en el dormitorio donde descansaba su cuerpo enfermo.

En 1860 hizo una demostración pública, donde pudo contactar con ella a través de uno de los inventos más importantes de nuestra historia. Incluso llegó a patentar la idea, pero debido a su frágil situación económica, no pudo renovar la patente desde 1874 y Bell aprovechó para conseguirla. Hablamos de 10 dólares.

Por otra parte y de forma completamente paralela, un equipo similar aunque no tan evolucionado como el sistema de Meucci, en 1860 el científico alemán Johann Philipp Reis sería el encargado de efectuar la primera frase sobre este aparato tan revolucionario: “El caballo no come ensalada de pepino”.


La guerra de patentes por la invención del teléfono acababa de comenzar

Cuando Bell acudía a la oficina de Washington raudo y veloz para presentar su solicitud de patente ante la imposibilidad de renovarla Meucci, Elisha Gray, un ingeniero también hacía lo mismo solicitando una advertencia de patente.

Fue desde entonces cuando comenzaría una batalla legal histórica por conseguir desvelar quién de todos ellos fue el primero en presentar la patente original, qué invento fue el primero en presentarse e incluso descubrir si Bell plagió de alguna forma el invento de Gray tras tener acceso a su advertencia de patente.

Quizá este fuera el impulso que permitiría en 1876 a Bell lanzar sus primeras palabras a través del teléfono. Quién sabe.

Sobre este último suceso se cerniría una nube de sospecha sobre Bell, que sería acusado de plagio en repetidas ocasiones. Incluso se publicaron libros como el de A. Edward Evenson, “The Telephone Patent Conspiracy of 1876”, en el cuál se determinaba que fueron los propios abogados de Bell, y no él directamente, quiénes plagiarían el diseño de Gray.

Pero las sospechas no quedaron aquí, sino que Seth Shulman, en “The Telephone Gambit (2008)”, añadiría más información sobre el plagio señalando a Zenas Wilber, un examinador de patentes de aquella época que fue sobornado.

Declaró ante notario tiempo después que sus problemas con el alcohol y las deudas que contrajo con el abogado de Bell, le empujaron a mostrar el proyecto de Gray. A pesar de todas las sospechas y controversia generada, en marzo de 1876 se concedía la patente a Bell.


The Bell Telephone Company, los avances tras lograr la patente

Bell no solo se conformó con adquirir la patente y sus derechos, sino que tuvo que litigar contra más de 600 denuncias entre las que se encontraban las del propio Gray o Meucci, donde algunas fuentes aseguran que, por sorpresa para todos, sus registros anteriores habían desaparecido misteriosamente.

Perfeccionó el teléfono con nuevas técnicas y avances, lo que le permitió lanzar su empresa The Bell Telephone Company en 1877 y convertir este aparato en un medio de comunicación de masas.

Justo unos años antes, entre 1872 y 1876, Bell realizó numerosas demostraciones en público de su nuevo invento, permitiendo intercomunicar a personas que se encontraban a varios kilómetros de distancia. Mostró el teléfono al presidente de los EstadosUnidos, Rutherford B. Hayes e incluso a la Reina Victoria del Reino Unido.

Fue tal el asombro y expectación que generó, que en 1886 The Bell Telephone Company ya proporcionaba acceso telefónico a más de 150.000 personas en el país. Y, con la mejoría aplicada tras la adquisición de la patente de Edison con su micrófono de carbón, la distancia dejaría de ser un problema.

La primera llamada transcontinental se efectuaría en 1915 entre las ciudades de Nueva York y San Francisco. Un hito tecnológico que, según la época en la que nos encontrábamos, resultaba crucial para las comunicaciones.


El teléfono de Gray no evolucionó ni sedujo tanto a Bell como se cree

Aunque la sospecha de que Meucci hubiera sido el precursor de todo gracias a su “telettrofono”, El mismo Bell modificó y recondujo su estrategia porque desconfiaba del sistema de Gray, el que supuestamente había plagiado en un inicio, ya que se basaba en un transmisor líquido.

Desconfiaba de la estabilidad del agua y se creía que incluso ésta podría entrar en descomposición, por lo que retomó la idea de desarrollar sus modelos en base al transmisor de inducción.

Algunas versiones afirman que el simple hecho de que Gray solicitase únicamente la advertencia de patente implica que éste desconocía el alcance y potencial que estaba a punto de poder desarrollar con su proyecto.

Sin embargo Bell, fue mucho más allá con su visión y consiguió desarrollar su sistema e implantarlo en millones de hogares, suponiendo una revolución sin precedentes.


2002 Y la resolución de la Cámara de los Representantes de EEUU

La demanda que había interpuesto Antonio Meucci como inventor original del teléfono en 1834 puso a Bell ante los tribunales una vez más, sin embargo, éste volvería a salir airoso de su nueva batalla legal tras declararse los modelos operativos de Meucci como extraviados.

Es curiosa esta parte porque tanto uno como otro, realizaron sus experimentos en la Western Union. Pero Meucci sería la parte más perjudicada al no encontrarse el resultado de su trabajo en sus archivos.

Al no existir pruebas contundentes, Bell seguiría ostentando el reconocimiento mundial como principal inventor del teléfono, aunque un siglo después, el esfuerzo de Vito Fossella por esclarecer lo sucedido, logró darle la razón a título póstumo a Meucci.

Esta resolución 269 sería publicada el 11 de junio de 2002 y destacaba a Meucci y su trabajo sobre la invención del teléfono. Remarcando que fue éste quién lo desarrolló y mostró en público aquel año de 1860 donde pudo hablar con su mujer enferma desde otra habitación.

Una advertencia de patente que, si Meucci hubiera podido pagar esos 10 dólares que en aquel momento no poseía, podría haberse evitado un dilema que seguirá siendo tema de debate durante muchos años más.

Por esos 10 dólares, que hoy parecen nada, Bell logró la concesión de una patente que, de otra forma, no podría haber obtenido ni explotado. Aunque nadie sabe ni sabrá qué hubiera sucedido si Meucci hubiera sido el encargado de desarrollar y expandir este nuevo y revolucionario sistema de comunicación entre las personas.

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https://historia.nationalgeographic.com.es/a/alexander-graham-bell-y-polemica-telefono_15118

https://es.wikipedia.org/wiki/Antonio_Meucci

https://www.bbvaopenmind.com/tecnologia/visionarios/la-guerra-del-telefono-fue-un-invento-de-graham-bell/