La invención del teléfono
siempre ha sido uno de los temas más interesantes y trepidantes a la hora de
abordar desde un punto de vista histórico. ¿Quién lo inventó? Seguro que
te suena un tal Alexander Graham Bell pero, ¿Y si te dijera que no fue él el
verdadero inventor del teléfono?
Hoy pondremos todas las cartas
sobre la mesa para tratar de atribuir el reconocimiento a su verdadero
inventor. Con datos, fechas y toda clase de relatos relacionados con su
evolución desde que fuera empleado por primera vez.
Y te daré una pista antes de
comenzar, el teléfono no fue nombrado en un inicio como tal, sino como “teletrófono”.
Ahora pasaremos a recorrer las claves que harán que descubras a su verdadero
inventor y los motivos que lo condujeron a ello.
Alexander Graham Bell, inventor del teléfono
durante 143 años
Y digo “durante” porque a fecha
de hoy ya no es él quien ostenta ese reconocimiento a efectos legales. Alexander
Graham Bell nació en Edimburgo el 3 de marzo de 1847 y, hasta 2002, fue quién
oficialmente poseía la atribución de su invento. Pero los hechos y pruebas
han permitido que sea otro quien finalmente reciba su merecido reconocimiento.
La patente que establecía el
origen, invención, concepto y propietario de lo que hoy conocemos como teléfono,
realmente fue suya en cierta medida.
Pero no de la forma que creemos,
sino que hubo una serie de determinadas circunstancias que nuestro amigo
escocés supo aprovechar y defender después. Pues no tardarían en llegar
infinidad de demandas posteriores tratando de disputar su invención patentada.
Bell no fue para nada un
personaje inculto ni limitado en cuanto a recursos, ya que no solo supo
aprovechar su momento, de hecho, a él se le atribuyen otros reconocimientos
como su participación en la fundación de National Geographic Society o
numerosos avances en la creación de sistemas de sonido y señas ideados para
personas que padecían sordera.
Todo se debe, a parte de su
ingenio, a que su madre padeció una sordera progresiva que impulsaría en su
familia la necesidad de establecer sistemas de comunicación alternativos
para entenderse en cualquier ámbito y situación.
Entonces, ¿Quién fue el verdadero inventor del
teléfono?
Antonio Meucci, italiano
de nacimiento y que en 1854 fue capaz de desarrollar un sistema de
comunicación rudimentario que le permitió mantener contacto vía “telefónica”
con su esposa enferma.
Lo bonito, a la vez de curioso de
esta historia, es que Meucci desarrolló este sistema para simplemente estar
al tanto del estado de su mujer, la cual se ubicaba a escasos metros de su
oficina, en el dormitorio donde descansaba su cuerpo enfermo.
En 1860 hizo una demostración
pública, donde pudo contactar con ella a través de uno de los inventos
más importantes de nuestra historia. Incluso llegó a patentar la idea, pero
debido a su frágil situación económica, no pudo renovar la patente desde
1874 y Bell aprovechó para conseguirla. Hablamos de 10 dólares.
Por otra parte y de forma
completamente paralela, un equipo similar aunque no tan evolucionado como el
sistema de Meucci, en 1860 el científico alemán Johann Philipp Reis sería
el encargado de efectuar la primera frase sobre este aparato tan revolucionario:
“El caballo no come ensalada de pepino”.
La guerra de patentes por la invención del
teléfono acababa de comenzar
Cuando Bell acudía a la
oficina de Washington raudo y veloz para presentar su solicitud de patente
ante la imposibilidad de renovarla Meucci, Elisha Gray, un ingeniero
también hacía lo mismo solicitando una advertencia de patente.
Fue desde entonces cuando comenzaría
una batalla legal histórica por conseguir desvelar quién de todos ellos fue el
primero en presentar la patente original, qué invento fue el primero en
presentarse e incluso descubrir si Bell plagió de alguna forma el invento de
Gray tras tener acceso a su advertencia de patente.
Quizá este fuera el impulso que permitiría
en 1876 a Bell lanzar sus primeras palabras a través del teléfono. Quién
sabe.
Sobre este último suceso se
cerniría una nube de sospecha sobre Bell, que sería acusado de plagio en
repetidas ocasiones. Incluso se publicaron libros como el de A. Edward Evenson, “The Telephone Patent Conspiracy of 1876”, en el cuál se
determinaba que fueron los propios abogados de Bell, y no él directamente,
quiénes plagiarían el diseño de Gray.
Pero las sospechas no quedaron
aquí, sino que Seth Shulman, en “The Telephone Gambit (2008)”,
añadiría más información sobre el plagio señalando a Zenas Wilber, un
examinador de patentes de aquella época que fue sobornado.
Declaró ante notario tiempo
después que sus problemas con el alcohol y las deudas que contrajo con el
abogado de Bell, le empujaron a mostrar el proyecto de Gray. A pesar de
todas las sospechas y controversia generada, en marzo de 1876 se concedía la
patente a Bell.
The Bell Telephone Company, los avances tras
lograr la patente
Bell no solo se conformó con
adquirir la patente y sus derechos, sino que tuvo que litigar contra más de
600 denuncias entre las que se encontraban las del propio Gray o Meucci,
donde algunas fuentes aseguran que, por sorpresa para todos, sus registros
anteriores habían desaparecido misteriosamente.
Perfeccionó el teléfono con
nuevas técnicas y avances, lo que le permitió lanzar su empresa The Bell Telephone Company en 1877 y convertir este aparato en un medio de
comunicación de masas.
Justo unos años antes, entre
1872 y 1876, Bell realizó numerosas demostraciones en público de su nuevo
invento, permitiendo intercomunicar a personas que se encontraban a varios
kilómetros de distancia. Mostró el teléfono al presidente de los EstadosUnidos, Rutherford B. Hayes e incluso a la Reina Victoria del Reino Unido.
Fue tal el asombro y expectación
que generó, que en 1886 The Bell Telephone Company ya proporcionaba acceso
telefónico a más de 150.000 personas en el país. Y, con la mejoría aplicada
tras la adquisición de la patente de Edison con su micrófono de carbón, la
distancia dejaría de ser un problema.
La primera llamada
transcontinental se efectuaría en 1915 entre las ciudades de Nueva York y
San Francisco. Un hito tecnológico que, según la época en la que nos
encontrábamos, resultaba crucial para las comunicaciones.
El teléfono de Gray no evolucionó ni sedujo
tanto a Bell como se cree
Aunque la sospecha de que Meucci
hubiera sido el precursor de todo gracias a su “telettrofono”, El
mismo Bell modificó y recondujo su estrategia porque desconfiaba del sistema de
Gray, el que supuestamente había plagiado en un inicio, ya que se basaba en
un transmisor líquido.
Desconfiaba de la estabilidad
del agua y se creía que incluso ésta podría entrar en descomposición, por
lo que retomó la idea de desarrollar sus modelos en base al transmisor de
inducción.
Algunas versiones afirman que el
simple hecho de que Gray solicitase únicamente la advertencia de patente
implica que éste desconocía el alcance y potencial que estaba a punto de
poder desarrollar con su proyecto.
Sin embargo Bell, fue mucho
más allá con su visión y consiguió desarrollar su sistema e implantarlo en
millones de hogares, suponiendo una revolución sin precedentes.
2002 Y la resolución de la Cámara de los
Representantes de EEUU
La demanda que había interpuesto Antonio
Meucci como inventor original del teléfono en 1834 puso a Bell ante los
tribunales una vez más, sin embargo, éste volvería a salir airoso de su nueva
batalla legal tras declararse los modelos operativos de Meucci como
extraviados.
Es curiosa esta parte porque
tanto uno como otro, realizaron sus experimentos en la Western Union.
Pero Meucci sería la parte más perjudicada al no encontrarse el resultado de su
trabajo en sus archivos.
Al no existir pruebas
contundentes, Bell seguiría ostentando el reconocimiento mundial como
principal inventor del teléfono, aunque un siglo después, el esfuerzo de Vito
Fossella por esclarecer lo sucedido, logró darle la razón a título póstumo a
Meucci.
Esta resolución 269 sería
publicada el 11 de junio de 2002 y destacaba a Meucci y su trabajo sobre la
invención del teléfono. Remarcando que fue éste quién lo desarrolló y
mostró en público aquel año de 1860 donde pudo hablar con su mujer enferma
desde otra habitación.
Una advertencia de patente que, si
Meucci hubiera podido pagar esos 10 dólares que en aquel momento no poseía,
podría haberse evitado un dilema que seguirá siendo tema de debate durante
muchos años más.
Por esos 10 dólares, que hoy
parecen nada, Bell logró la concesión de una patente que, de otra forma, no
podría haber obtenido ni explotado. Aunque nadie sabe ni sabrá qué hubiera
sucedido si Meucci hubiera sido el encargado de desarrollar y expandir este
nuevo y revolucionario sistema de comunicación entre las personas.
https://historia.nationalgeographic.com.es/a/alexander-graham-bell-y-polemica-telefono_15118
https://es.wikipedia.org/wiki/Antonio_Meucci
Puesto que su blog habla de misterios de la historia, me gustaría hablarle acerca del Círculo Sagrado de Peraleda, donde se mezcla la historia, la religión, la arqueología y hasta lo paranormal en un misterio que hemos desvelado sólo parcialmente, lo justo para darse cuenta de lo misterioso que es. Para poderle enviar información contáctenos a través de nuestra web raicesdeperaleda.com
ResponderEliminarHola! Tenéis algún correo electrónico para contactar? No logro ver ninguno en la web.Saludos!
EliminarEsta historia siempre me ha parecido increible, pero ¿ya sabes la historia de la television? seria cool que pudieras hablar de ella.
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