Muchas son
las historias que sucedieron en la Primera Guerra Mundial, algunas de ellas son
sobradamente conocidas. No obstante, otras no han calado de igual forma en el
consciente colectivo. Eso es, en gran medida, debido a su escasa o inexistente
difusión. Voy a contarte ahora una de esas
escenas poco conocidas, aunque no por ello menos
interesante, de la Gran Guerra.
Es el inicio
de la Primera Guerra Mundial, a finales de agosto de 1914. El ejército ruso fue derrotado en la batalla de Tannenberg al intentar ocupar la Prusia oriental. El
II Ejército ruso de Samsonov quedó prácticamente aniquilado, con 92.000
prisioneros, 78.000 heridos y muertos y tan solo unos 10.000 supervivientes.
Aquel fracaso obligó a los rusos a retirarse, dejando expuesta a la Polonia Rusa a los ataques alemanes. En septiembre de ese año, los alemanes comenzaron
la ocupación de ese territorio, donde se encontraban los protagonistas de
nuestra historia, en la fortaleza Osowiec. La estructura estaba situada al
noreste de Polonia, lo que hoy en día es Bielorrusia. Había sido construida para
defender la frontera occidental de Rusia contra Alemania, junto al río Biebrza.
Era el único lugar por donde podía cruzarse el río, ya que la zona estaba
rodeada de profundas marismas y pantanos. La forma más rápida que tenía el
ejército alemán de llegar a Rusia era pasando por allí.
Batería en Osowiec.
En el 25 de
Febrero de 1915. Los alemanes pensaron que les llevaría máximo un día derrotar a los ocupantes de la fortaleza,
empleando un constante ataque mediante bombardeos. El alto mando ruso pidió a
sus soldados que resistieran por lo menos 48 horas. Más de 500.000 proyectiles
pesados fueron lanzados por parte de los alemanes durante todo el asedio,
incluido los famosos morteros Big Bertha, de 420mm. Los soldados rusos quedaron incomunicados, todo comenzó a destruirse poco a
poco y los ataques no cesaban, día tras día. Era inimaginable que pudiera salir
nadie con vida de tan insistente y brutal ofensiva. La aviación también
participó en el bombardeo del fuerte y las tropas intentaron asaltarlo hasta 9
veces sin éxito. Las baterías rusas resistieron contraatacando a sus enemigos.
Llegó el día
6 de Agosto de 1915, y el enfrentamiento duraba ya casi seis meses para
desconcierto de los alemanes que, en un principio, pensaron poder tenerlo
resuelto en menos de 24 horas. Por si no les bastase a los soldados del Osowiec
con los continuos bombardeos que habían soportado, los intentos de asalto, el
hambre que padecían a esas alturas y la desmotivación y cansancio que se
apoderaba irremediablemente de ellos; los alemanes atacaron esta vez con gas
venenoso a base de cloro, provocando una nube con una altura de 12 metros. Los soldados rusos no tenían máscaras anti-gas, y sus reservas de alimentos
y de agua comenzaron a contaminarse. Muchos de los que aun sobrevivían murieron
con aquel ataque, apenas quedaron con vida un centenar de ellos.
Ataque con gas en la Primera Guerra Mundial
Los alemanes
aprovecharon para volver a atacar con artillería, a la vez que unos 7.000
soldados de infantería se lanzaban a por el décimo intento de asalto a la
fortaleza, el que creyeron que sería el definitivo. Nadie en el bando alemán
dudó de la facilidad que ello suponía, pues eran pocos y se encontraban débiles
y heridos. En ese momento, las baterías rusas abrieron fuego contra los atacantes. A la vez, unas pocas decenas de soldados rusos, apenas sesenta, salieron de sus defensas fusil en mano, gritando ferozmente, con los ojos desencajados, sangrando por
todas partes, con sus ropas destrozadas, llenos de polvo y con cara de pocos amigos.
La imagen fue, sin duda alguna, aterradora para los soldados alemanes, que
huyeron espantados ante tal imagen. Muchos de ellos cayeron presos en sus
propias alambradas de espino mientras escapaban. Los supervivientes rusos
aparentaban ser verdaderos zombis. Así fue como unos cuantos moribundos rusos hicieron
retroceder a miles de alemanes. Ese contraataque pasó a llamarse para los rusos “El
ataque de los muertos”.
Los
bombardeos continuaron durante algunos días, pero los rusos pensaron que no
merecía la pena seguir defendiendo la fortaleza y el alto mando ordenó a
los zapadores que la destruyeran con todo el armamento y munición, para que el
enemigo no se apoderara de ello. En esta
historia, como en la mayoría, hay varias versiones y cada una con sus
pinceladas. Como es de suponer, los alemanes tienen su propia idea de lo que pasó. Se suele decir que la historia está escrita por los vencedores.
que buena historia
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