¿De dónde viene la superstición
del gato negro? ¿Trae realmente la mala suerte? En la actualidad, el gato negro
está encasillado en el cociente colectivo como un animal de mal agüero. Esta, como
otras supersticiones, está aceptada por la sociedad, sin preguntarse si existe algún
motivo lógico para preocuparse. Esa creencia está principalmente arraigada en
Europa y el norte del continente americano, aunque se extiende a otras zonas aisladas
del planeta.
Los gatos en Egipto
Pero esa creencia no siempre ha sido así. En el antiguo Egipto, el gato negro era considerado un animal sagrado. Se llegaba incluso a pensar que los dioses se reencarnaban en algunos de ellos, permitiéndoles así estar en contacto y comunicación con los humanos. El que diera muerte a un gato podía ser condenado a pagar con su propia vida. Era tal la belleza que encontraban en los felinos, que hizo que Bastet, diosa de la belleza y la fecundidad, fuera representada con cabeza de gato. Esto, unido a sus grandes dotes como cazadores de ratones, hizo que los antiguos egipcios comenzaran a domesticar a los gatos ya desde el 3.000 a.C. El fallecimiento de un gato en el hogar era motivo de duelo. Los amos se afeitaban las cejas y momificaban al animal, que acababa siendo enterrado junto ellos.
Representación de la diosa Bastet.
Entonces ¿de dónde viene nuestro
desprecio hacia el pobre animal?
Hay que tener en cuenta que en
la Inglaterra victoriana, los gatos negros, traían buena suerte a los recién casados y , además, las
esposas de los pescadores tenían gatos negros en el hogar para garantizar el regreso de sus maridos. Los romanos consideraban a cualquier gato un animal
sagrado, ya fuera negro o de color verde. En la actualidad, en Escocia, un gato
negro delante de una casa trae prosperidad a la familia que la habita.
La culpa de su desprestigio la tiene, como
en muchos casos, el fanatismo religioso. Los gatos, fueran de color que fueran,
desarrollaban su vida en tranquilidad hasta el siglo XIII, cuando la Iglesia
comenzó a asegurar que los gatos negros no eran más que un símbolo del diablo,
incluso brujas transformadas para pasar inadvertidas en la sociedad. Tal fue la
convicción de la Iglesia de la maldad que escondían los gatos negros, que se
formaron espectáculos en los cuales se dedicaban a masacrarlos y quemarlos,
como sucedía en la noche de San Juan. Acabaron eliminando a todos los gatos que
pudieron, sin requisitos de color. Pero, cosas de la vida (llamémoslo “Karma”),
el extermino de los gatos no trajo más que terribles consecuencias. En el siglo
XIV, la peste negra causaba estragos en Europa, acabando con un tercio de la
población del continente. Las ratas fueron un factor muy importante en cuanto a
la propagación de la enfermedad, y ¿qué animal se encarga de mantener a raya a las ratas? ¡Exacto! El gato. Parece ser que la plaga fue tan catastrófica
por culpa de la matanza de gatos. A
pesar del casi exterminio de la especie, los gatos empezaron a perder su mala
fama a partir del siglo XVII, llegando a ocupar un lugar importante en el arte.
La Iglesia, el poder, las ganas de meter miedo y un pueblo ignorante: mala combinación.
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