Hoy en día es de sobras conocida
la batalla de las Termópilas, gracias a la película 300, basada en el cómic de Frank Miller. De esta forma mucha gente
ha podido descubrir la historia de los 300 espartanos, que lucharon
valientemente hasta la muerte contra el poderoso y temido ejército persa del
rey Jerjes. Combatieron con honor contra 250.000 hombres, logrando frenar su
avance. Pero lo que no todo el mundo conoce es la historia de los otros 300:
los astures que lucharon en la batalla de Covadonga.
Como bien indica su nombre, el
combate tuvo lugar en Covadonga (Asturias), en el año 722. Fue un enfrentamiento
bélico entre el ejército de Don Pelayo y las tropas de Al-Ándalus, en el que
resultaron vencedores los primeros. Aquella contienda daría inicio al período
histórico denominado como la Reconquista.
Todo comenzó cuando los
dirigentes astures, bajo el mando de Don Pelayo, se reunieron en Cangas de Onís
(en 718) con la intención de rebelarse en contra del pago del jaray y el yizia (impuestos
que les exigía el gobernante del norte peninsular, el bereber Munuza). Tras
fracasados intentos de disolver a los sublevados, Munuza se vio forzado a
solicitar refuerzos a Córdoba. Según las fuentes cristianas, el valí Ambasa
envió un ejército de 180.000 hombres, al mando del general Al Qama.
Don Pelayo esperó con sus 300
hombres la llegada de las tropas rivales. Al igual que hizo el rey Leónidas en
la batalla de las Termópilas, Don Pelayo aguardó en un lugar estratégico que
restaría importancia a la enorme diferencia en cuanto al número de soldados. Se
situaron en el estrecho valle de Cangas de los Picos de Europa, donde sus
enemigos no dispondrían de espacio suficiente para maniobrar, resultando así reducida la
ventaja que el número y la organización podrían otorgarles.
En aquel lugar se llevó a cabo la
histórica batalla. El resultado fue la derrota del ejército musulmán,
provocando el intento de huida de Muzuna. No lo logró, pues tanto él como sus
tropas fueron asesinados. Don Pelayo había ordenado a un grupo combatientes que
ocuparan la cueva de Covadonga. Desde allí atacaron a las tropas de Al Qama,
que allí mismo encontró la muerte. Las fuerzas enviadas desde Córdoba sufrieron
un importante número de bajas cuando se
les vino encima un desprendimiento de rocas, posiblemente provocado por las
tropas de los astures.
Como toda batalla épica, la de Covadonga
va a caballo entre la realidad y la ficción. Típica historia sobredimensionada
en la que se intenta magnificar a sus protagonistas. En estos casos es prudente tener en cuenta siempre que la Historia la escriben los vencedores, y eso mismo
hace poner en duda su veracidad. Las crónicas cristianas hablan de un ejército
musulmán de 180.000 hombres, pero lo cierto es que hoy en día los investigadores hablan
de una cifra inferior a los 10.000. Dejando de lado a vencedores y vencidos, lo
cierto es que resultó ser un capítulo importante en la historia de España. Los
sucesos derivaron en la creación del Reino de Asturias, que a su vez
desembocaría en la formación de otros reinos de orientación cristiana, y dando como
resultado la constitución del Reino de España.
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