sábado, 15 de agosto de 2015

El asunto Lefevre: La misteriosa muerte del inglés



Hoy quiero escribir sobre una historia poco o nada conocida. Se trata de un asunto sin relevancia en la Historia, pero que en su momento hizo correr ríos de tinta. Muchos fueron los periódicos que se hicieron eco de este suceso, y que siguieron muy de cerca los avances o noticias que de este surgían.

Se trata de la misteriosa muerte de un súbdito inglés, llamado Evans Lefevre, que en 1922 residía en Madrid, donde murió en extrañas circunstancias. En esta historia, digna de ser transmitida a través de una novela, convergen varios elementos que la dotan de misterio: una hermosa princesa, un oportuno seguro de vida, espías y un posible crimen.


La princesa

¿Janina Choukoufka? o ¿Nadia Winchar? No se ponen de acuerdo las fuentes en el verdadero nombre de la princesa. Parece ser que en algunos círculos se hacía llamar Janina y en otros Nadia. Este dato aporta algo más de misterio e intriga a nuestra historia.

Llegó por primera vez a Madrid antes de la primera Guerra Mundial. Era una hermosa y elegante mujer rubia que se instaló en el emblemático y lujoso Hotel Ritz. Durante sus primeros días en Madrid llamó mucho la atención. Vivía lujosamente y rápidamente se dio a conocer en Madrid entre las personas de la más alta sociedad y los personajes más importantes.

Fue motivo de muchas conversaciones, algunas de ellas provocadas por el aura de misterio que envolvía a la princesa. Se desconocía su pasado. Tan solo era sabido que estaba casada con un multimillonario judío, con el que contrajo matrimonio cuando ella tenía dieciocho años y él ochenta. Todo el mundo la conocía en Madrid por el supuesto nombre de Janine Choukoufka, esposa de Wiszniewska y princesa polaca.

La princesa dio en el Ritz algunas fiestas por todo lo alto e invitó a comer a muchas personas significativas del momento. Por su mesa desfilaron altos personajes de nuestra política, artistas, banqueros, aristócratas… En diferentes ocasiones fueron invitados, por la princesa polaca, personalidades tan importantes como el conde de Romanones, el marqués de Alhucemas y don Amalio Gimeno.

El don de gentes, la suprema distinción y el refinamiento de la Princesa Janine (o Nadia) cautivaron a cuantos la trataron, pero un día la princesa desapareció y no se supo nada más de ella en Madrid. 

Pasaron los días y la gente se preguntaba:

- ¿Qué habrá sido de la princesa Janine?


Vuelve la princesa

Un día, a finales de 1921, vuelve a aparecer en Madrid la princesa polaca, la hermosa dama rubia, que por aquel entonces se instala en la Avenida de la Plaza de Toros, en la casa número 2, que hacía esquina a la calle de Alcalá, edificio de nueva construcción y cuyos alquileres corresponden a los que puede pagar la clase media acomodada, puesto que oscilaban entre 200 y 300 pesetas de aquella época. No vivió, en este segundo periodo, con gran ostentación. Esta vez llegó sola, viuda y sin dinero. ¿Qué les había sucedido a su marido y a su fortuna?

En este periodo de su vida ya no despertó gran curiosidad. Al menos hasta el suceso que nos atañe.


Evans Lefevre

La víctima. Vivía en la calle de Alcalá núm. 121 (Madrid), en una casa de huéspedes. Tenía treinta y cinco años cuando murió. En Londres trabajaba como radiotelegrafista. Su padre era un millonario canadiense que residía en su país natal. Como es frecuente en las familias extranjeras, el joven Evans recorría Europa con la intención de conocer a sus gentes y su cultura. Decidió emprender esta aventura por su cuenta, buscándose la vida y sin mayor apoyo económico de su familia que el estrictamente necesario. Durante su estancia en España, Evans fue originando importantes deudas. Uno de sus acreedores era la princesa polaca, Janine.


El seguro de vida

Uno de los elementos claves en toda esta historia.

Evans figuraba como titular de un seguro de vida a favor de la princesa polaca, en una sociedad de seguros de Madrid: La Unión y El Fénix Español.

El seguro consistía en el derecho de la princesa polaca al cobro de una prima, de 50.000 pesetas, a la muerte del joven Evans Lefevre.

La propia princesa fue quien comenzó las diligencias para contratar el seguro de vida. Ella intentó hacerlo solo por tres meses pero le fue denegada la propuesta.

Pero, paremos un poco a pensar. Esto cada vez pinta peor. ¿Una acreedora realiza un seguro de vida a su deudor? ¿Un seguro en el que ella aparece como beneficiaria? Y todo eso, ¿poco antes de que el susodicho deudor fallezca en extrañas circunstancias?

El caso es que Lefevre pagó el primer trimestre pero se negó a pagar el siguiente. La princesa se hizo cargo de ese pago, por lo que queda de manifiesto el interés de esta porque no caducara la póliza. Días después murió Evans Lefevre.


La muerte del inglés

A principios de mayo de 1922, la princesa polaca se presentó en un Sanatorio inmediato a la calle de Diego de León (Sanatorio del Rosario), solicitando la asistencia de un enfermero para asistir a una persona que estaba postrada en la cama.

No se le pudo facilitar el enfermero, pero se prestó a asistir al paciente un estudiante interno de Medicina que prestaba sus servicios en el Sanatorio.

- ¿Qué tiene el enfermo? – Preguntó el estudiante.
- El tétanos – Afirmó ella con toda seguridad.

(La muerte por tétanos es horrible, y seguramente es de los casos de muerte más espantosos que registra la medicina, y desde luego, sus síntomas, con grandes contracturas, son inconfundibles).

Llegó el estudiante a la calle de Alcalá y vio al huésped de la casa número 121, Evans Lefevre. El inglés aseguraba que se moría, quejándose de violentos dolores en el vientre.

Aquella misma noche murió Mr. Evans Lefevre. El alumno salió a dar la noticia a la señora y a un médico que acompañaba a esta en aquel momento. Los dos abandonaron la casa y el alumno se quedó solo con el cadáver hasta las cuatro de la mañana, hora en la que volvió el médico diciendo que él había certificado la muerte del enfermo y que todo estaba arreglado para el entierro, que se celebraría a las 8:00, cosa que en efecto sucedió.

El alumno, durante todo el tiempo que permaneció solo en la casa, examinó escrupulosamente el cadáver y no encontró ninguna herida por donde hubiera podido penetrar la infección tetánica. Además, el enfermo no había mostrado contracturas, se encontraba muy dolorido pero lúcido y desde luego no padecía el tétanos. ¿De qué había muerto entonces aquel pobre hombre?


La denuncia y la actitud de la princesa

El alumno, en vista de lo ocurrido, presentó una denuncia sobre sus sospechas de que la muerte no había sido natural y temiendo que pudiera tratarse de un crimen. Así, puso el asunto en conocimiento del director general de Seguridad. El señor Millán de Priego, a su vez, comunicó estas noticias a la Embajada inglesa, donde Evans Lefevre prestaba sus servicios. La Embajada, ayudada por la Policía española, practicó ciertas averiguaciones, que dieron por resultado la acentuación de las sospechas de que pudiera tratarse de un crimen.

Se ordenó la exhumación del cadáver y que se recogieran sus vísceras, para comprobar si se trataba de un envenenamiento o si realmente la causa de la muerte no había sido otra que el tétanos.

La princesa polaca, consternada, manifestó deseos de que se aclarase todo lo ocurrido, pagó los gastos del entierro y se ofreció a abonar los costes de la autopsia.


Interviene la Embajada

En aquel momento interviene la Embajada de Inglaterra. La policía interrogó a la princesa y esta quedó detenida.

En el Juzgado, la princesa citó nombres de personas conocidas, habló de varias personas y se amparó en su abogado, hijo de un conocido aristócrata, a quien acudió cierta vez para que la amparase en la defensa de ciertos intereses relacionados con la explotación de unas minas de petróleo en México. Utilizó toda su influencia para librarse de aquello (cuando llegó por primera vez a Madrid, trajo consigo una recomendación del que fue presidente de la República francesa, muerto casualmente en aquellas mismas fechas, M. Paul Deschanel).

Entonces fue puesta en libertad.


La princesa espía

Según la embajada inglesa, la princesa estuvo procesada en Alemania por espionaje, siendo condenada a muerte. Consiguió fugarse tras utilizar sus encantos para seducir a uno de sus guardianes. Huyó a Italia, donde también fue acusada de espionaje, pero fue salvada por el conde de Colobra, con el que había establecido una gran amistad. La esposa del conde denunció a la princesa y esta fue reclamada. Sometieron a la princesa a un proceso que fue sobreseído por falta de pruebas. Fue entonces cuando volvió a Madrid.

También se sabe que la princesa es muy entendida en Medicina. La noche de la muerte de Evans estuvo en una farmacia próxima en busca de cocaína y morfina, que no le despacharon. Momentos más tarde volvió con una receta y se llevó la medicina.




Exhumación del cadáver, pruebas toxicológicas y resultados

El 7 de junio de 1922 se dio paso a la exhumación del cadáver de Evans Lefevre. La princesa estuvo presente.

Los resultados fueron decepcionantes para algunos. Los médicos forenses y el director de laboratorio dictaminaron que no existía rastro alguno de veneno. No obstante, por los análisis también se pudo comprobar que no había germen de tétano en las vísceras de Evans Lefevre.

El informe que recibió de los técnicos el Juzgado especial, que atendía el caso, decía que Lefevre no murió envenenado, ni de tétano, sino que su muerte debió ser causada por un ataque de apendicitis. ¿”Debió ser”? No suena muy concluyente ¿verdad?

Pues así es como finalizó tan misterioso asunto. La princesa renunció a las 50.000 pesetas, dado el revuelo que se había formado con todo aquel asunto. Meses más tarde se trasladó a Chile en un barco italiano, rodeada de todo tipo de lujos y portando valiosas joyas. Algo llamativo, teniendo en cuenta la vida humilde que se había visto forzada a llevar hasta aquel momento.

Como aporte extra a todo este enigma, cabe decir que el inglés acababa de recibir, antes de enfermar, 4.000 pesetas de su familia. No se encontró el dinero tras su muerte.


Fuentes:

· El Progreso, diario liberal Año XV Número 4464 - 1922 junio 21

· Diario de Almería, periódico independiente de la mañana Epoca segunda Año IX Número 3010 - 1922 junio 22

· La Libertad Año IV Número 788 - 1922 junio 11

· La Correspondencia de España, diario universal de noticias Año LXXV Número 23313 - 1922 junio 14

· La Correspondencia de España, diario universal de noticias Año LXXV Número 23307 - 1922 junio 7

· La Correspondencia de España, diario universal de noticias Año LXXV Número 23298 - 1922 mayo 27

· La Correspondencia de España , diario universal de noticias Año LXXV Número 23297 - 1922 mayo 26

· La Correspondencia de España  diario universal de noticias Año LXXV Número 23299 - 1922 mayo 29

· El Debate Año XII Número 4014 - 1922 mayo 29

· Correo de la mañana Año IX Número 2614 - 1922 mayo 28



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