La historia tiene esa particular forma de relatar y
relacionar sucesos del pasado, que de cualquier otro modo nos habría resultado
imposible comprender. Sin embargo, a veces nos encontramos con auténticas
sorpresas que la mayoría desconoce, como el origen de la Fanta a manos de la
Alemania nazi y en plena Segunda Guerra Mundial.
Para ponernos en situación tendremos que remontarnos a los
inicios de los años 30 del pasado siglo, donde el movimiento nacionalsocialista
de Hitler se encontraba todavía tratando de reunir todo el poder y apoyo que
después desembocaría en uno de los conflictos bélicos y raciales más dramáticos
de nuestra historia.
1930. Alemania bebía Coca-Cola y se fomentaba su consumo
En la década de los 30 fue cuando se comenzó a exportar el
archiconocido jarabe, inicialmente ideado como remedio contra las náuseas y la
diarrea, y conocido por todos como la Coca-Cola. Ese brebaje que a día de hoy mantiene
su formulación todavía bajo llave y mantiene cautivados a millones de personas
en todo el planeta.
Llevar esta bebida desde Estados Unidos a Alemania propició
que la propia compañía tuviera que recurrir a la creación de filiales
embotelladoras con tal de abastecer su creciente demanda. Así fue como nacería
la empresa germana Coca-Cola GmbH, una subsidiaria dependiente de su matriz
ubicada en Atlanta.
Cerca de 5 millones de alemanes consumían esta bebida
anualmente, por lo que se llegaron a crear hasta 43 plantas distribuidas por
todo el país, encargadas de abastecer su creciente consumo.
Hermann Goering trató de nacionalizar Coca-Cola
Por aquellos años, la cultura de fabricación nacional era
una norma que garantizaba un mayor número de ventas y aceptación entre la
población. Promocionar que el material o ingrediente procedía del propio país,
aseguraba una mejoría en la imagen ofrecida al público, lo que generaba mayores
ingresos.
A pesar de depender completamente de Estados Unidos y contar
ya con una producción en medio mundo, Coca-Cola GmbH se mostraba como una
bebida completamente nacional y exclusiva. Una filial que aseguraba fabricar el
producto directamente y no depender de nadie del extranjero.
A modo de curiosidad histórica y con el fin de demostrar el
poder de esta publicidad, se cuenta que durante los años siguientes al inicio
de la guerra, muchos presos alemanes que eran trasladados a Estados Unidos se
sorprendían al observar cómo allí también bebían Coca-Cola, creyendo que solo
se fabricaba en su país.
La mano derecha de Hitler, Hermann Goering facilitó la
expansión de la marca americana en todo el territorio alemán, ofreciendo todas
las facilidades y promoviendo su consumo desde que el partido nazi llegó al
poder.
Sin embargo, el propósito final de Goering consistía en terminar nacionalizando la marca y así poder apoderarse de la fórmula secreta que permitiría fabricarla sin contar con la participación y permiso de su sede central. Disponer de esa información privilegiada era el único motivo que empujaba al número dos del führer a promover su expansión por el país.
1941. Segunda Guerra Mundial, bloqueo de Coca-Cola y nacimiento de Fanta
Hasta que Estados Unidos entró oficialmente en guerra contra
la Alemania nazi a finales de 1941, Coca-Cola siguió expandiéndose y creciendo
dentro de Alemania, incluso en los países que Hitler iba anexionándose a su
antojo.
Al mando de la organización de esta estrategia expansiva y
administrativa estaba Max Keith, el director de Coca-Cola GmbH que, desde 1938
llevaba dirigiendo a la filial y cuya creatividad lo empujaría a lanzar una
bebida alternativa una vez fuera bloqueada Coca-Cola tras la declaración de
guerra de Estados Unidos.
Tenemos que pensar que, tras la negativa de Coca-Cola de
seguir suministrando su fórmula a las plantas de un país ahora enemigo, Keith
se enfrentaba a una importante crisis con unas instalaciones millonarias que
quedarían en desuso.
Razón por la que trató de darles nueva utilidad creando una
bebida que sustituyera a la ya famosa Coca-Cola. Tras algún que otro intento,
se logró lanzar un producto nuevo y llamativo, con un nuevo embotellado y
diseño. Había nacido una bebida alternativa que rápidamente se extendería su
consumo por todo el país.
“Fantasie”, la bebida endulzada que recurría a la calidad de Coca-Cola para
ser vendida
Max Keith fue una figura realmente controvertida. A día de
hoy se sigue especulando sobre su apoyo o rechazo al movimiento, ya que según
la fuente que se consulte, se le considera de una forma u otra. Algunos
aseguran que siempre trató de defender a sus trabajadores incluso de la Gestapo
alemana, mientras que otros lo incluyen en la lista negra de partidarios del
Régimen.
De lo que no cabe duda alguna es de su papel relevante en
esta historia, tanto en el crecimiento y mantenimiento de Coca-Cola GmbH como
en la creación de Fanta, la alternativa nacional y patriótica, elaborada a
partir de unos ingredientes que no tenían nada que ver con lo que hoy conocemos.
Hablamos de una bebida realmente endulzada con sacarina,
azúcar y restos de suero lácteo, pulpa de manzana y cualquier otro excedente
del momento. Incluso se llegó a emplear en la cocina como endulzante.
Al comenzar su producción y tratarse de una bebida
completamente desconocida, se tuvo la curiosa idea de añadir “Un producto de
Coca-Cola GmbH” coletilla que permitía vincular la Fanta con la calidad de
la ya conocida y buscada Coca-Cola.
Así es como nació Fanta, que procedía de la palabra alemana fantasie,
fantasía en español y cuya idea brotó de la imaginación de un reconocido
vendedor de la época llamado Joe Knipp. Gustó tanto la propuesta por el nombre
que los directivos no dudaron en escogerla.
Con la llegada del fin de la guerra, Fanta resurge y pasa a ser exportada
Las 43 plantas que Max Keith tenía fabricando Fanta mientras
Coca-Cola seguía bloqueada desde Estados Unidos, fueron bombardeadas
incansablemente por los bombarderos aliados hasta quedar completamente
derruidas.
Sin embargo, con la llegada del fin de la guerra y la caída
de Hitler, rápidamente se retomaron las comunicaciones entre ambos países. La
propia central de Coca-Cola en Atlanta, tras haber realizado una investigación
que determinase la posición de su antigua figura comercial en el país germano,
Max Keith, determinó que éste había ayudado a más de un trabajador y habría
actuado siempre en pro de la compañía.
Fanta, que había obtenido un gran éxito durante la guerra en
Alemania, recuperó su producción e incluso se mejoraron sus ingredientes, lo
que permitió que ambas bebidas fueran producidas en el país de forma simultánea
hasta que en 1960 la propia Coca-Cola terminó comprándola y llevándola a
Estados Unidos.
El pasado oscuro de Fanta no ha dañado su imagen en el presente
A pesar de encontrarnos con una bebida de origen alemán,
desde que Coca-Cola comprase su marca y la incorporase a su matriz en 1960,
Fanta ha sabido siempre desligarse de cualquier vinculación o relación directa
con el régimen nazi.
A diferencia de otras marcas que sí colaboraron activamente
con el régimen de Hitler, Fanta tampoco se convirtió en una herramienta
publicitaria para ensalzar los ideales del nacismo, ni tampoco fue empleada con
fines políticos. Es una de las excepciones que encontramos en esta interesante
historia acerca de los orígenes de Fanta.
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