Harry Houdini, de origen judío,
nació en Budapest el 24 de marzo de 1874. Su verdadero nombre era Erik Weisz.
Se trasladó a Estados Unidos, junto a su familia, cuando tenía cuatro años.
Trabajó desde los ocho años vendiendo periódicos. En una ocasión, su padre le
llevó a ver a un mago, del que obtuvo el interés por la magia. A los nueve años
formó un pequeño circo junto a sus amigos, donde actuaría por primera vez como
contorsionista y trapecista con el nombre artístico de Ehrich, The Prince
of the Air. El joven fue
creciendo, y en sus ratos libre estudiaba magia y competía en deportes como la
natación. Un día, llegó a sus manos un libro con las memorias del mago Jean
Eugène Robert-Houdin, por el que sintió una gran fascinación. Erik comenzó a
utilizar el apellido del mago añadiéndole una "i".
La muerte de su madre fue un duro golpe para él, así que trató de averiguar si era posible contactar con los muertos. Enseguida se
percató del fraude que existía en todo ese mundo, y dedicó todos sus esfuerzos
a desenmascarar a los farsantes, investigando todas sus artimañas y dando a
conocer los trucos que empleaban, realizándolos el mismo y escribiendo artículos
en revistas y periódicos. Eso le causó conflictos con algunos grupos
de médiums, que llegaron a demandarle ante los tribunales por
desprestigiarles. También le supuso un enfrentamiento con su gran amigo Sir
Arthur Conan Doyle, el creador de Sherlock
Holmes, que era un gran creyente y seguidor de todo lo paranormal.
Uno de esos personajes con poderes sobrenaturales, a los que Houdini
investigó, fue Joaquín María Argamasilla de la Cerda y Elio, hijo del marqués
de Santaclara. El joven español aseguraba tener visión de Rayos-X, es decir, podía ver a través de los objetos.
Su demostración estrella consistía en que un voluntario escribiese algo
en una tarjeta y lo guardase dentro de una caja metálica, para que Argamasilla
adivinara lo que ponía. Lo que sucede es que las cajas empleadas tenían que ser siempre
las suyas, diseñadas por él mismo. Jamás aceptó la propuesta de realizar la demostración con una caja aportada por otra persona.
Houdini apostó 5.000 dólares a que podía hacer cualquier cosa que
hiciese el español. Este aceptó y propuso la prueba de la tarjeta dentro de la
caja. Houdini escribió algo en una tarjeta y la introdujo en la caja de metal.
Sin embargo, Argamasilla solo logró “ver” tres letras. El proceso se realizó a la
inversa, pero Houdini, que había descubierto la técnica de su oponente, no
logró ponerla en práctica con éxito y perdió la apuesta.
Todo formaba parte de un truco. La caja diseñada por Argamasilla no se
cerraba completamente, quedando una ranura que permitía ver su interior. El español siempre se colocaba de espaldas a una ventana para
realizar sus demostraciones, así la luz entraba por la ranura de la caja facilitando
la visión de la tarjeta. Todo esto, mientras el adivino
realizaba toda una serie de movimientos propios de magos e ilusionistas, efectuados con la intención de despistar.
También tenía la facultad, el vidente español, de adivinar, o mejor
dicho ver, la hora de los relojes estando cerrados. Hay que tener en cuenta
que, en aquella época, se empleaban los típicos relojes de bolsillo, cuya
esfera se ocultaba tras una tapa protectora. El sistema era similar al que
realizaba con las cajas. Pedía al voluntario que moviera las manillas del reloj,
para asegurarse de que no pudiera saber la hora que marcaba. A través de una
serie de movimientos desviaba la atención del público y, abriendo mínimamente
la tapa, conseguía ver las agujas del reloj.
Houdini publicó unos panfletos en Nueva York, donde explicaba el fraude
del vidente español. Tal hecho provocó una gran polémica en España, donde
seguidores y críticos de Argamasilla discutieron largo y tendido sobre el tema,
como se puede comprobar en varios artículos de prensa de la época.
Ilustraciones de las cajas de Argamasilla, realizadas por Houdini.
Pero no solo Houdini descubrió la estafa de Argamasilla, varios
intelectuales españoles también se percataron de algunas técnicas empleadas
por el joven con visión de rayos x. No obstante, no le dieron mayor importancia al
asunto. El Dr. J Casares Gil, profesor de análisis químico de la Facultad de
Farmacia, fue uno de ellos. Le entregó a Argamasilla un reloj cerrado con un
alambre, y este no logró adivinar la hora que marcaba. Sin embargo, las veces
que el reloj no tuvo dicho alambre, sí que funcionaron sus poderes.
La muerte de Houdini
Tras la muerte de Houdini, su manager dio un comunicado a la prensa, informando que el conocido ilusionista no
había fallecido de muerte natural, sino a causa de un golpe recibido.
Según parece, tras haber ofrecido una sesión en la Universidad de
McGill (Toronto), invitó a unos estudiantes a su domicilio. Allí, Houdini
estuvo alardeando de su resistencia física. Uno de los chicos dijo: “Supongo
que usted apenas sentiría un golpe en el estómago”. Houdini respondió que “muy
poco”. Acto seguido, el joven le asestó al ilusionista un gran puñetazo en el
estómago. El mago hizo un gesto de dolor al principio, pero enseguida se incorporó
sonriendo.
La noche siguiente en Montreal, Houdini comenzó a sentir fuertes dolores estomacales debido al golpe, que
acabó causándole la muerte.
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